Hay fenómenos que son irrepetibles, como es el caso. El pasado sábado, tuve la suerte de estar en el lugar preciso y de tener la cámara preparada enfocando al cielo; en ese instante, una gran bola de fuego recorrió todo el universo. Ahora la miro y tengo la satisfacción de haberla inmortalizado.
Hace días, cuando viajaba para Málaga, me detuve al borde de la carretera. La luz del sol apareció por el horizonte, los colores se entremezclaba con la niebla, el suelo estaba helado. ¡Qué amanecer tan agradable!. Fue un instante.